1/21/2013

"Yo también lloro a veces. Menos de lo que debiera, aunque más de lo que me gustaría"



Escuchó sus pasos desde el pasillo. Escuchó la puerta de la sala al abrirse con parsimonia, con un sonido que tanto podía resultar macabro como acojedor. A ella le inspiraba una mezcla de ambas sensaciones, si bien después de los últimos años le se había acostumbrado a aquel lugar.

-¿Cómo va la labor, pequeña? ¿Has terminado de resolver los problemas que te mandé?

La pequeña notó como su mentora apoyaba su mano en el hombro. Dulce y cariñosa, aunque firme y autoritaria. Aquella misma mano que le había enseñado a ser rápida y precisa, pero también discreta y sutil.

Ella miró el papel mojado y, aunque trató de reprimirlo, algo se le anudó en la garganta, se atragantó y rompió a llorar. Intentó que no sonase, que pasase inadvertido, pese a saber bien que aquello no sucedería.

Llevaba casi una hora derramando lágrimas sobre el mar de papeles que había sobre la mesa. No se había levantado a pasear, no se había tumbado en la cama, había estado allí, pensando e intentándolo, más angustiada cada vez.

La mayor reforzó su agarre sobre el hombro de la chica y le obligó a  girarse y mirarla, y se agachó hasta tenerla apenas a un palmo de su cara. Sus ojos eran grandes y hermosos, pero también silenciosos imponentes. Resultaba difícil saber qué sentía o qué iba a decir a continuación, y la tensión le ayudó a hacer enmudecer su llanto.

No dijo nada. Las dos muchachas se abrazaron en silencio y se mantuvieron así durante unos instantes.

-¿Por qué lloras, pequeña? -le increpó la mentora con dulzura - ¿No has podido resolver la tarea?

Ella hipó, la miró y asintió con lentitud.

-No te preocupes. Ven aquí, túmbate conmigo, y deja de hipar así tontita. Si quieres llorar, llora sin miedo... échalo todo. Yo también lloro a veces, ¿Sabes? LLoro más de lo que quisiera... Aunque menos de lo que debería. Dicen que llorar es una señal de humanidad, así que no te preocupes, no te avergüences por llorar... ven conmigo.

La muchacha se tumbó en la cama y se abrazó a su mentora. Aquella mujer a la que amaba y temía. Aquella mujer que, al abrazarla, también dejó fluir una lágrima por su mejilla.


El ciclo de Alira
Carlos Garrido

4 comentarios:

  1. Que bonito, me gusta mucho la frase que adorna el titulo de esta entrada, aunque creo que en mi caso es algo así como:
    "Yo también lloro a veces. Mas de lo que debiera, y más de lo que me gustaría"

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  2. Como crítica constructiva, espero que todos los "ella" o al menos el 90% sean sustitutos de nombres aun no establecidos, porque de ésta manera se confunden las personas además de hacerse un tanto redundante al leer.

    PD: Hola.

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    1. Lo se, pero no quería meter los nombres más que si acaso una vez cada uno al final, ya se que caga lo que es toda la lectura : /

      Pero soy un raro y un manías. Besitos de amor.

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