1/26/2013

"El precio del silencio"

"El gordezuelo se encogió de hombros y se fue, y el albino continuó mirándole durante un rato, hasta que desapareció por entre los caseríos. Sólo entonces se giró hacia su pupila y le indicó con un gesto que soltase su pregunta.

-¿Por qué? - Quiso saber ella

-¿Por qué, qué?

-¿Por qué le has dejado irse sin pagar? No puede decir simplemente "el trato ha cambiado" y estafarnos de esa manera. Podrías haberle amenazado, o haberle dicho que con aquel su comportamiento no era mejor que las bestias que había mandado despachar para proteger a su ganado. Pero no le has dicho nada. ¿Por qué?

-Porque no es más que un pobre patán. Yo no necesito comer, Khae, y tú... Te vendrá bien pasar hambre de vez en cuando, hay que estar acostumbrado para todo lo que pueda venir. Viendo que no le importa estafar a un homre como yo y, sobre todo, a una pobre chica como tú, creo que no se merece que encima le hagamos nada. Es un pobre patán y lo demuestra, y sin duda alguna al tiempo se volverá en su contra, pues a menudo eso sucede con quienes se sienten más brillantes. No se merece nuestra hostilidad, quizá ni siquiera nuestro desprecio. Queda a juicio del tiempo, y por ello, toda palabra que digamos está de más. El tiempo es el único juez eterno y absoluto. Sólamente él seguirá ejerciendo cuando todos nos hayamos ido, pequeña.

Ella contempló a su maestro en silencio sin decir nada. Una ráfaga de viendo silbó por entre los caseríos y alborotó las largas melenas de su acompañante. A ella le recorrió un escalofrío.

-Además -continuó él- será entonces, cuando nos hayamos ido, cuando las personas que hemos conocido en vida digan muchas cosas sobre nosotros. Cosas que jamás nos dijeron antes, pero dará igual, porque entonces ya no podremos oírlas.

 >>Por eso es importante saber cuándo debes decir lo que piensas, y saber cuando debes simplemente no decir nada, cuando aceptar que el primer patán se encoja de hombros y se marche, sin más.  ¿Lo entiendes, pequeña?

-Lo entiendo, Ash. Y ahora vámonos; busquemos un pajar y echémonos. No quiero caminar con este viento y este frío.

-¿Es todo lo que tienes que decir respecto a esto?

-Es.

El maestro la miró con fijeza durante unos prolongados instantes. Luego se acercó, le alborotó los cabellos y echó a caminar con la chica detrás"


Los Ecos de la Venganza
Carlos Garrido

No hay comentarios:

Publicar un comentario