10/26/2012

¿Aún no es suficiente?

Ese sentimiento de calma profunda, de oscuridad, no absoluta, pero cais, y de un silencio que te envuelve y te persigue, que te calma y te inquieta, como la penumbra, que todo lo engulle ante ti y tras tu paso.

El ruido de la lluvia, al principio sutil, después torrencial, y al final, silencioso. El viento, que trae las hojas doradas del otoño, que se caen en una bocanada sobre tí, en plena noche, como un espectáculo reservado. Solo tu en tu burbuja de oscuridad y de silencio. Quizá, solo tú en ese momento, en toda la noche, en tu mundo pequeñito, privado.

Sentir como la ropa se pega a tu cuerpo, como te transmite un frío punzante, pero al tiempo referscante, como aleja la modorra, la pereza.

Sentir la necesidad de correr, de saltar, quizá hasta de volar. ¿No puedes sentirla?

Sentir la libertad, la fuerza propia, y al tiempo, los límites de la soledad; pues nada hay en tu burbuja oscura y silenciosa; nada sino hojas que se caen, solo para tí, porque no hay nadie más.

 Sentir con claridad tu pensamiento, tus emociones y tus necesidades; tus dolores y tus virtudes. Sentir, al cabo, nada más que la lluvia. Una lluvia torrencial y unas hojas que caen, sobre tí, y te empapan, y calan tu cuerpo y te hacen sentir, a cada paso, cuanto llevas puesto. A cada paso,como el agua, lo único que se escucha en ese momento.

Y tus pasos. Pero tu no cuentas, porque al fin y al cabo no hay nadie que te pueda escuchar en tu silencio; al fin y al cabo eres libre, y tus límites son solo los que tu te impongas. ¿Aún no puedes sentirlo? No pasa nada, no todos pueden al principio.

El olor a pan recién hecho, así el frío parece menos duro, incluso cuando sabes que no vas a probar ese pan. Pero, ¿Y si lo hicieras? No se estaría tan frío ni tan mal, pero, no lo haras. Aún así, tampoco se está tan mal. No a todos les gusta la libertad, claro, tampoco a todos les gusta soñar, y seguro que no a todos les gustaría volar. ¿Ya has podido volar? ¿No? Bueno, quizá quede poco, solo céntrate en el olor a pan recién hecho, dentro de nada saldrá el sol, si las nubes se van, y quizá hasta deje de llover. Al fin y al cabo no está tan mal, ni siquiera aunque no vayas a probar ese delicioso pan recién hecho.

Así que, por qué no, corres. No a todos les gusta correr, pero correr libera, como luchar, saltar o volar. Así que sí, corres, y empiezas a sentirlo; en plena noche, y en silencio, en soledad, con todo el mundo a tus pies. Corres y casi hasta vuelas, ¿Quién te podría decir que no? Ya te dije que no hay nadie más. Así que sí, vuelas. Y piensas en lo que has hecho, en lo que podrías haber hecho. Escapas, o incluso luchas con tus temores, con tus miedos y con tus errores. Y mientras tanto solo sientes el frío severo que se pega a tu piel, que te cala los huesos, y la promesa del olor cálido y dulce a pan recién hecho. Ese pan que, como el frío, no te pertenece, porque después te secarás y te pondrás ropa cálida, y todo habrá pasado.

En eso consisten los sueños, ¿No? En que nada necesita sentido; las cosas suceden y ya; y si cometes el error de preguntarte por qué, muchas veces te despiertas, y dejas tu sueño a medias. La clave reside en ese sinsentido, en esa libertad, en ese frío, en ese olor a pan. Ya lo sientes, eso está muy bien.

El sueño, al cabo, no e stan diferente de la vida, porque, asúmelo, la vida, a veces tampoco tiene mucho sentido. No me mires así, ya se que es injusto, después de todo lo que nos hemos esforzado por que las cosas lo tengan decir eso, pero tu lo sabes y yo lo se; la vida, como los sueños, es un sinsentido. Y quizá ahí reside su encanto, en ese pequeño caos que nos rodea; en que esa burbuja de oscuridad impenetrable no es tan impenetrable, y si no, ¿De donde caen esas condenadas hojas?  No me malinterpretes, me gustan, pero no se de donde caen, ni se de donde cae la lluvia, pues no hay nubes en mi burbuja silenciosa y oscura. Seguro que en la tuya tampoco las hay, y te has calado tanto como yo, y sino, al tiempo, que al final es lo de menos, porque a todos nos termina agarrando, pero no importa. ¿Empiezas a entenderme?

Al final, tanto tú como yo, nos despertaremos; y ni habrá llovido, ni habremos probado el pan, ni habremos volado, quizá ni siquiera hayan caído aún las primeras hojas. Pero nosotros lo habremos visto en nuestra pequeña burbuja, en nuestro pequeño sueño. Ya casi lo has entendido.

Al final, tanto tú como yo, habremos contemplado nuestros miedos. Habremos huído, o los habremos enfrentado, pero solo en nuestra pequeña burbuja; quizá nunca haya ocurrido, y sin embargo, ahi está, esa experiencia.

Ese sueño.

¿Lo entiendes? Ahora se que si. Aunque se que quizá aún no crees en el potencial de los sueños, pero un día te despertarás entre sudores, en medio de un caos en que nada tendrá sentido, y no sabrás si ha ocurrido de verdad, o solo en tu pequeña burbuja de oscuridad y silencio, en tu noche soñada.

Y entonces, no solo lo entenderás, sino que creerás en lo que te estoy contando.

En el poder de los sueños.


Carlos garrido

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